Los celtas y el País Vasco

BoschTrabajo realizado por Pedro Bosch Gimpera, en el número 23 de la Revista Internacional de Estudios Vascos (1934)—————————————————————————————————————————————————

Si hay hoy un punto firme en la etnología peninsular parece ser el carácter no ibérico ni céltico de los grupos vascos, así como su origen en los pueblos de la cultura pirenaica del eneolítico. Sobre ello hemos tratado en otras ocasiones y no es preciso repetir lo dicho entonces. (…)

(…) Establecido el contraste entre cántabros y autrigones, parece lógico suponer, con Campión y otros a los autrigones afines en general a los demás grupos vascos. En todo caso si contenían algún elemento extraño éste no era el cántabro, sino el celta, como veremos, aunque sea difícil admitir su definitiva celtización. Lo que se deba pensar de la posibilidad de matices célticos de los autrigones ya lo veremos más adelante. Aquí, de momento nos interesa, además de recoger los argumentos mencionados que hacen imposible la identificación de cántabros y autrigones, sin perjuicio de posibles movimientos cántabros, apuntados en la región de Villarcayo, insistir en que los argumentos contra un cierto basquismo de los autrigones no son de peso. El carácter no ibérico de los vascos y la supervivencia en ellos de los pueblos pirenaicos del eneolítico la hemos deducido de la topografía arqueológica de la cultura pirenaica y particularmente de la antropología de los restos humanos pirenaicos que según Aranzadi entran de lleno en el tipo antropológico vasco (raza pirenaica occidental) bien distinto del de los demás pueblos peninsulares con parentesco ibérico. Y la cultura pirenaica se extendió también por el territorio de los autrigones, por lo menos por la parte montañosa del Este de Vizcaya, lo que da también una base positiva para admitir la existencia de un núcleo étnico vasco en el territorio autrigón.

Por otra parte y en cuanto al problema de los autrigones, se ha hecho argumento contra su carácter vasco del retroceso de la lengua vasca en Autrigonia. Esto no puede ser motivo para negar el carácter vasco a su pueblo, como tampoco lo sería para negarlo a Navarra el retroceso semejante que allí se comprueba, ya que es un fenómeno general en toda la periferia vasca, y que tanto en Vizcaya como en Navarra, en Alava abunda la toponimia vasca. La abundancia de toponimia semejante en el Alto Aragón y aun en Cataluña, demuestra claramente que el grupo de pueblos afines pirenaicos, con más o menos mezclas y matices en la periferia de su territorio, ha ido borrando su personalidad que quedó solo intacta en la zona más abrupta de Vasconia, propia para el arrinconamiento y no se modificó en las zonas más abiertas por mezcla o por influencia. (…)

(…) Del estado de cosas anterior a los movimientos célticos del primer milenario resulta la existencia desde el eneolítico, ya con personalidad bien marcada, de un grupo de pueblos pirenaicos entre los que se hallan sin duda ya los vascos, formados por evolución de los elementos indígenas de toda la zona N. de la Península. El límite exacto de los pueblos pirenaicos en el país vasco no es posible delimitarlo, pero parece que en general su verdadero territorio es la zona montañosa y que no pasan del nivel de las sierras del S. de Alava, así como en el N. de Navarra y probablemente en el Alto Aragón siguen una línea equivalente, señalada por los hallazgos de puntas de flecha de tipo pirenaico de Undués Pintano en la provincia de Zaragoza (3). Por esta parte hay que señalar la coincidencia aproximada del límite pirenaico con el de la cultura de las cuevas del Centro de la Península que en Aragón llega a Bascués en la prov. de Huesca y en Navarra a Echauri cerca de Pamplona.

En Vizcaya en la región de Guernica (cueva de Santimamiñe) se nota una influencia de dicha cultura de las cuevas sobre la pirenaica, lo que se relaciona con la penetración de un núcleo importante de la misma cultura central por la alta provincia de Burgos y la provincia de Santander. Esto parece acusar la desnaturalización del elemento étnico análogo al pirenaico a partir del oeste de Vizcaya, que en Santander y en Asturias se asimila progresivamente a los elementos de la cultura central y podría explicar que, según los tiempos, fluctúe aquí el límite vasco. (…)

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